Hace unos días, un representante de Vox comentaba lo siguiente: “Si un presupuesto, en vez de gastarlo en desvaríos ideológicos, ideología de género, LGTBI, cursos de adoctrinamiento, se invierte donde hay que invertirlo, que es en la activación económica y en ayudar a los vecinos con sus problemas, entonces Vox estará de acuerdo. Con 13, 14, 15 años, menores todavía, reciben clases sobre ideología de género, masculinidad tóxica, la criminalidad del varón, que el varón es mucho más agresivo…  cosas que corresponden a una ideología, no a un bien común para todos”.

María Valverde, redactora de Diario de Sanse

Según los últimos datos de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, (actualizados el 8 de noviembre de este año), el total de mujeres víctimas mortales por violencia de género en España a manos de sus parejas o exparejas hombres, desde 2003 hasta 2021, asciende a 1.118.

No son unas mil, ni mil y pico, son mil ciento dieciocho mujeres asesinadas en 18 años simplemente por el hecho de ser mujeres a manos de agresores varones, como dice el portavoz de Vox. Solo en 2021, la cifra asciende ya a 37 víctimas mortales.

A las mujeres, por desgracia, nos va a resultar mucho más fácil reproducir la siguiente imagen en nuestra cabeza. Imaginemos por un momento que convivimos con una persona que, cada día, desea acabar con nuestra vida, y nos lo recuerda constantemente a base de palizas o agresiones hasta que sucede. Pues bien, de las 37 mujeres asesinadas en lo que llevamos de año, 24 convivían con su agresor. Resulta aterrador solo de pensarlo.

“Muchas son denuncias falsas” que diría el representante de Vox. De las 37 mujeres asesinadas, solo ocho se atrevieron a denunciar previamente a su agresor. Pero es que, de esas ocho denuncias, tan solo cinco víctimas se atrevieron a continuar con el proceso. Cinco. De 37.

“Claro, culpa de la inmigración que trae consigo lo peor de sus costumbres”. Otra frase que podría soltar perfectamente aquel portavoz de la formación verde. Sin embargo, resulta que, de los 37 presuntos agresores, 30 son españoles y siete de otros países. 

Pero la violencia machista no acaba aquí ni de lejos. El otro día, en una entrevista, tuve que colocar un micrófono de corbata a un hombre: “¿No será una excusa para tocarme el culo?”, me dijo. Sin venir a cuento, en un entorno laboral. Cuántas veces me he roto la cabeza pensando alternativas para evitar colocarle el micro a algunos hombres por temor a que me suelten comentarios así…

Hace unas semanas salí de fiesta, por fin, después de tanto tiempo de pandemia. Yo solo quería disfrutar con mis amigos y amigas de nuestra vuelta a la vida. Pero hay cosas que nunca cambian, y los hombres siguen abusando de nosotras igual que antes. Alguien te agarra del culo, te giras para ver quién ha sido y se produce en ti una frustración inmensa porque no lo sabes. Y necesitas saberlo para alejarte de él o, si te atreves, para gritarle que te deje en paz. Y de repente vuelven a tocártelo. A la tercera vez, te agotas tanto que ya ni te giras, simplemente te proteges de todo el mundo lo mejor que puedes. A las seis de la mañana volvimos a casa, aún era de noche. Yo caminaba sola por la calle y un coche se paró a mi lado. Comenzó a seguirme calle arriba: “Sube, que te llevo a casa”, me decía aquel chico. Enseguida cogí mi móvil y mandé mi ubicación en tiempo real durante ocho horas al grupo de mis amigos y amigas. Uno de ellos, hombre, pensaba que les estaba vacilando y se empezó a reír. Sin embargo, mis amigas, en cuanto vieron el mensaje, me tranquilizaron y no se separaron del móvil hasta que les escribí que había llegado a casa. Tuve muchísima suerte porque el chico, al sentirse ignorado por mí, solo me gritó “puta” y se fue. Menos mal.

Según una macroencuesta realizada en 2019 por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, el 40,4% de las mujeres se atrevió a confesar que habían sufrido acoso sexual en algún momento de sus vidas. De todas ellas, solo el 2,5% lo denunció. El 39,6% afirmó que no se lo contaba a nadie. Sinceramente, yo tampoco cuento el acoso que sufro. No sé, entiendo que la gente a mi alrededor da por hecho que esto sucede, al igual que yo doy por hecho que les sucede a mis amigas. Es algo normal que las mujeres tenemos que soportar. De hecho, uno de los motivos principales que se da en la encuesta para no denunciar es el hecho de “no dar importancia a la violencia sufrida”.

El mismo representante de Vox del que hablábamos decía: “Si queremos acabar con la violencia, lo que no podemos hacer es poner el foco en que el varón, porque sí, es criminal, porque nos estamos equivocando”. Negar la violencia machista es violencia. Los únicos que se equivocan son ellos. Me hace gracia porque se limitan a llamarnos locas e histéricas cuando ellos, hoy por hoy, se aprovechan de muchos derechos que consiguieron anteriores feminazis (como les gusta llamarnos), como pueden ser el divorcio o el derecho a la mujer simplemente a estudiar y trabajar fuera del entorno doméstico. Macarena Olona o Rocío Monasterio no estarían donde están sin la lucha de todas esas locas que tanto critican. ¡Pero si hasta hace unos años no podíamos ni votar! ¿En serio es que no lo ven?

No sé. Yo estoy cansada de la violencia machista y quiero acabar con ella ya. Ante el odio, datos; ante el machismo, feminismo. Hoy es jueves, 25 de noviembre de 2021, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Y yo no me quiero imaginar a cuántas mujeres estarán acosando en estos momentos por la calle, a cuántas estarán violando, a cuántas niñas estarán mutilando sus genitales, a cuántas sus maridos les estarán pegando palizas, a cuántas estarán asesinando…

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