La invasión que está sufriendo Ucrania por parte de Rusia está dejando muchas víctimas, pero no solo mortales. Casi cuatro millones (3’8) son los refugiados que están huyendo de su país por el temor de las bombas y de la represión rusa. Sin embargo, tras estos números de los que hablan tantos medios se encuentran innumerables historias de personas que han perdido la vida que tenían antes de que la guerra estallase.
Hoy venimos a contar la historia de Olena, una mujer ucraniana que se embarcó en la iniciativa de Diario de Alcobendas para traer refugiados a España. Ella reside en Aranda de Duero desde hace años y quiso colaborar actuando de traductora para facilitar el viaje de vuelta y hacerlo más cómodo para los refugiados. Otro de los motivos por los que decidió subirse a aquel autobús fue para recoger a su hermana y su sobrina, traerlas a España y ponerlas a salvo.
Lo que todo parecía ser un reencuentro maravilloso en la frontera, se convirtió de manera inesperada en una despedida desgarradora donde las lágrimas no pudieron contenerse. Por un lado, Olena volvió a ver y a abrazar después de mucho tiempo a su familia. La traductora estaba feliz porque pondría a salvo a dos personas muy importantes para ella. Pero nada más lejos de la realidad.
Tanto su sobrina como su hermana decidieron cruzar la frontera hacia Polonia para ver, saludar, abrazar y apoyar al máximo a Olena, pero no montarían en el autobús de vuelta a España. La traductora no esperaba para nada este momento y su reacción en la frontera fue la más lógica: «¿Por qué?». La respuesta por parte de sus familiares también puede ser entendible: «Queremos quedarnos. Es nuestro país y tenemos todo aquí».
Olena, que se había cruzado toda Europa en autobús, veía cómo tendría que volver sin ellas. En la frontera, antes de partir el autobús, los abrazos llevaron a las lágrimas y las lágrimas a ciertas sonrisas que entremezclaban los sentimientos de amor, miedo, dolor y esperanza. Aunque no se entendiésemos su idioma, los demás sabíamos que los «te quiero», los «te echaré de menos» y los «ten cuidado, por favor» estaban presentes, porque en la guerra parece que el lenguaje se vuelve universal.
Ya en el autobús, tras un día de viaje y con tiempo para reflexionar, Olena profundizaba más en la historia como podía, sin poder controlar las lágrimas al hablar de su familia: «La idea era que me iba a Ucrania y traía a mi familia. Y mira, he conseguido verla. He traído jamón de España, que le encanta muchísimo. Me dice de broma que siempre llevo jamón. Me da más fuerza ella que yo. Hay una frase que dice que lo que toca el humano lo destruye y yo creo que ahora es lo que vemos también. Nosotros mismos estamos destruyendo el mundo en el que vivimos. Es lo que me da pena. El mundo no está mejorando. Me da miedo mirar hacia el futuro por mi hijo y por vosotros que sois jóvenes», decía Olena emocionada.
Miedo al futuro e incertidumbre por su familia. Su hermana actualmente vive con su sobrina al oeste de Ucrania tras tener que desplazarse forzosamente de su hogar ante los continuos bombardeos. En el país no solo han salido más de tres millones de refugiados hacia el resto de Europa, también ha habido más de seis millones de desplazados dentro de sus fronteras. La hermana de Olena es una de ellas. Lo más llamativo es que dos mujeres valientes, su sobrina y su hermana, fueron capaces de recorrer un largo camino a Polonia para ver a Olena y después volver a su hogar en Ucrania. Una historia más que demuestra cómo, de un día para otro, la vida de personas inocentes y honradas ha dado un vuelco, personas que solo quieren vivir.