Nos encontramos en un momento crítico para la sanidad pública de Sanse y de la Comunidad de Madrid. Ni el personal sanitario, ni los usuarios soportamos por más tiempo el maltrato del Gobierno de Ayuso a la salud de los madrileños y madrileñas. El de Sanse es el hospital de toda la región con menos presupuesto anual por habitante atendido. El SUAP de Avenida España abrió sin médicos después de ser cerrado por el propio gobierno de Ayuso, en plena pandemia. Los centros de salud del municipio, con déficit histórico de profesionales, no dan abasto y resulta imposible encontrar una cita en menos de dos semanas. ¡Qué lejana parece esa época en la que llamando al centro de salud podías bajar a ver a tu medico el mismo día!

Foto: Juan Angulo

Por supuesto, la Torre 4 del hospital sigue cerrada y el centro de salud de Dehesa Vieja vuelve a ser una cruel promesa en época electoral. No es casualidad. Existe en los partidos de derechas, con Ayuso a la cabeza autonómica y Lucía Fernández liderando el nivel local, la intención política de acabar poco a poco, sin atreverse a reconocerlo, con la sanidad pública en favor del modelo privado de salud.

Veamos qué sucede en los países donde el modelo de Ayuso lleva siendo aplicado décadas.

Más de 100 millones de estadounidenses, casi un tercio del total de la población, viven acosados por sus deudas médicas. Los gastos sanitarios suponen la primera causa de endeudamiento para las familias estadounidenses. Los Estados Unidos de América no tienen un sistema de Seguridad Social universal como conocemos en España, sino que gestionan su sanidad a través de centros privados. Exactamente el mismo modelo de gestión que nos propone la derecha española. Pocos impuestos y pocos servicios públicos.

Algunos datos: el precio medio de una consulta médica básica en Estados Unidos son 100 euros. Si se trata de una consulta con un especialista son unos 300 euros. Un traslado en ambulancia 600. Una resonancia 1.000. Una noche de ingreso en un hospital 7.000 euros. Una operación de apendicitis unos 50.000 euros. La atención tras un infarto más de 150.000 euros. El precio del tratamiento de un cáncer puede superar el millón de euros.

El coste medio de un seguro médico de cobertura personal en Estados Unidos ronda los 7.000 euros al año, pero como ya se imaginarán, las aseguradoras muchas veces no cubren los altos gastos médicos asociados a una enfermedad compleja, con lo que son los pacientes quienes acaban haciendo frente a facturas capaces de llevar a la ruina a millones de familias medias y trabajadoras.

Esta realidad nunca forma parte del argumentario de la derecha, pero es la situación de los países que apuestan políticamente por debilitar o eliminar su sistema público de salud.

Este es el modelo sanitario que Ayuso poco a poco está implantando en la Comunidad de Madrid y que a nivel local replican y justifican todas las derechas de Sanse. Esto es lo que no cuentan PP, Vox y C’s cuando argumentan que el dinero está mejor en el bolsillo de la gente. Están proponiendo, sin decirlo, acabar con derechos básicos de nuestro estado del bienestar como la sanidad pública, universal y de calidad, que tanto bien hizo a la marca España, y sustituirla por el modelo de negocio neoliberal.

Que la gente queremos pagar menos impuestos es una verdad a medias. Es un argumento mucho más peligroso que una mentira completa. Lo que queremos de verdad es que con nuestro dinero tengamos servicios públicos de calidad. Que el pueblo esté limpio, que haya una sanidad pública de calidad y el personal sanitario no se vea forzado a hacer huelga en defensa de la propia sanidad pública que están destruyendo a pasos agigantados. Queremos escuelas infantiles públicas y centros educativos de más calidad, queremos residencias de mayores que ofrezcan todas las garantías para una vida digna, queremos un transporte público atractivo, queremos que se apueste desde lo público por las energías renovables. En definitiva, queremos mejorar nuestro estado del bienestar y adaptarlo a las necesidades del siglo XXI.

Puedo entender que cuando vemos que lo público no funciona tan bien como debería, la primera reacción sea querer abandonar este modelo de gestión colectiva, en el que los unos nos cuidamos a los otros. Es cierto además que la gestión histórica de todos los gobiernos de Sanse, tanto de izquierda como de derechas, han configurado un municipio donde pagamos altos impuestos a cambio de unos servicios low cost. Pero quisiera ir un paso más allá de esa primera reacción visceral y cerrar este artículo con una reflexión general que deberá contestarse cada lector o lectora para sí mismo:

Ante un problema de salud, ¿debe el sistema sanitario tener una cobertura universal o debe quedar restringido a quienes puedan pagar el tratamiento?

Sólo hay una opción política que defiende mejorar y ampliar el estado del bienestar universal que conocemos.

Por favor, ténganlo en cuenta, su decisión electoral nos afecta al resto.

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