En estos momentos tan difíciles y tristes que estamos padeciendo a nivel mundial como consecuencia de esta maldita pandemia de Covid-19 que nos asola, y que en nuestra ciudad nos lleva confinados muchos días, más de los deseados y lo peor de todo es que en este tiempo hemos perdido tantos familiares y amigos, pero no voy ni quiero entrar aquí en analizar las circunstancias que nos está provocando tanto confinamiento y dolor, eso lo dejo para nuestras autoridades sanitarias y locales, lo que si me viene a la memoria, y que os aseguro que no fue premonitorio, es un artículo que escribí hace unos años sobre el brote epidémico que sufrió nuestra localidad de fiebres tercianas, éstas son unas calenturas malignas que producen episodios de alta fiebre y escalofríos con un intervalo de tres días, de ahí su nombre.

Epidemia de fiebres tercianas

En Sanse se dieron diversos brotes de tercianas durante los años 1776 y 1777, y que acabaron con la vida de 48 niños, rara fue la familia que no perdió uno o más hijos durante este brote epidémico. Citaré el caso del matrimonio formado por Gabriel Canenciano y Juliana González a los que se les murieron tres hijos en menos de un mes, o el de Esteban González y su mujer Ángela Martín que también perdieron tres hijos en un período de seis meses. José Sanz y Ana Alonso en 15 días sufrieron la pérdida de dos hijos.

Plaza de la Fuente de Sanse

Dada la gravedad de la situación el Concejo se reúne y toma el siguiente acuerdo:

En el lugar de San Sebastián de los Reyes, en el día ocho del mes de diciembre de mil setecientos ochenta y cinco, los señores Don Matías López, presbítero teniente cura de esta parroquial, Juan de Frutos, Juan Díaz, Félix Sanz, Juan Colmenar, Francisco Morales, alcaldes ordinarios, regidores y síndico personero, Don Baltasar Alagón, médico titular de este nominado pueblo, por ante mí el escribano de número y ayuntamiento y en cumplimiento de lo mandado por el Real y Supremo Consejo de Castilla, en junta que celebran en casa del citado teniente cura, acerca de la epidemia de tercianas, acordaron se terraplenen dos lagunas de aguas inmediatas a esta población para precaver en algún modo la infección de la atmósfera. Que se traiga de Madrid una libra de quina electa, una libra de hojas de sen, dos libras de sal de higuera, de ipecaquana dos onzas, de tártaro emético una dragma, cuatro libras de chocolate y cuatro libras de bizcochos y una libra de pasas, que es por lo que ahora se necesita según dictamen del físico. Y lo firmaron dichos señores y concurrentes de que yo el escribano doy fe, cuyos géneros de han de poner en poder del expresado don Matías López.”

En este período de finales del siglo XVIII aún estaba activo el hospital y que se le conocía por el “hospitalillo”, pues hay datos de diversos transeúntes y pobres que fallecen en él, y que quedó arruinado durante la ocupación francesa. Este hospital estaba ubicado en el solar que hoy ocupa la Plaza de la Fuente y adosado a la también desaparecida ermita de la Virgen del Socorro, de ahí que este paraje fuese y es conocido como el Alto del Socorro.

Peste, sarampión, viruela y meningitis

Haciendo un rápido y breve recorrido por los brotes epidémicos que ha soportado nuestra localidad, en un primer lugar tenemos el episodio de peste que se padeció en el año 1599, cuando apenas localidad tenía poco más de un siglo de existencia.

Por suerte contamos con los datos que nos aporta Jesús Hernández en su trabajo demográfico entre finales del siglo XV hasta finales del siglo XVIII, en el que nos aporta datos de esta pandemia que sufrió la Corona de Castilla desde 1596.

En nuestra localidad se muestra con gran virulencia el citado año de 1599 en el que queda diezmada su población, baste decir que no tenemos datos completos de los fallecidos, ya que a partir de julio de ese mismo año se dejaron de reflejar por escrito los fallecidos.

Calle San Roque

Como muestra tenemos que en el mes de junio de 1599 se contabilizan 93 fallecidos, tan sólo el día 15 de ese mes fallecen 17 personas.

El caso más dramático es el que sufren Francisco Aguado y su mujer Juana Perdiguero, que en menos de 15 días fallecen ambos y cinco de sus hijos. Tan sólo les sobrevivirá su hija Francisca Aguado Perdiguero que se casará con Bartolomé Bártulo Vallecas de los que aún quedan descendientes en San Sebastián de los Reyes.

Rastreando las partidas de defunción que se conservan en el Archivo Histórico Parroquial, aunque lamentablemente los datos son muy escuetos, he podido constatar otros brotes epidémicos que sufrió nuestra población.

En el año 1868, entre el 24 de junio y 31 de julio, fallecen 16 niños a consecuencia de un brote de sarampión. Diez años después, en 1878, encontramos diversos fallecidos a causa de una epidemia de viruelas.

En la segunda mitad del año 1898 se detecta la existencia de varios fallecidos por causa de meningitis agudas, y en 1900 volvemos a encontrar otro brote virulento de sarampión que en menos de tres meses fallecen otras 15 personas.

En los estudios que he realizado hasta mediados los años 60 del pasado siglo, no he detectado más brotes epidémicos, tan sólo durante unos meses del año 1945 se producen varios fallecimientos a causas de bronconeumonías, pero no aprecio que sea por un brote epidémico, sino que más bien estarían causadas por falta de una adecuada alimentación y unos deficientes medios sanitarios.

Santiago Izquierdo G. Bárcena, Cronista Oficial de San Sebastián de los Reyes.

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