Después de unas elecciones a la Comunidad de Madrid, donde por mayoría aplastante, nuestras vecinas y vecinos han elegido un gobierno que, mostrando su cercanía al negacionismo de la violencia de género que hace la ultraderecha, la oculta bajo la denominación de “violencia doméstica”, categoría que fue superada hace décadas ya por nuestras leyes nacionales. La importancia que le da a esta lacra es tal que, el programa del Partido Popular que nos seguirá gobernando en Madrid, indicando de forma genérica su compromiso para luchar contra la violencia doméstica, incluye como única medida concreta para la atención a las víctimas “la elaboración de un protocolo para promover programas de protección para las víctimas de violencia contra la mujer que lo deseen con perros donados”. Esta medida, si bien es importante, a todas luces es absolutamente insuficiente para atender la lacra que supone la violencia machista en nuestra comunidad. Sin duda estos resultados nos muestran el enorme trabajo que todavía tenemos que hacer para desnaturalizar la violencia machista y lograr que su abordaje se ubique de verdad en el centro de las políticas públicas.

Foto: DigniMujer

Mayo desgraciadamente no ha sido mejor que los meses anteriores. Un total de seis mujeres han sido asesinadas por violencia machista, a manos de parejas, exparejas y padres, haciendo un total de veinticinco en lo que va de año. Veinticinco mujeres asesinadas por hombres que quisieron así ejercer y mostrar su control y su poder sobre el cuerpo y las vidas de Olga, Josefina, Jordina, Paula, Pilar y otra mujer cuyo nombre no conocemos . Como es importante recordar, desde que hay estadísticas de violencia machista, más de 1300 mujeres han sido asesinadas a manos de hombres que pensaron “o eres mía o de nadie” y actuaron en consecuencia, un número mucho mayor que todas las personas asesinadas por ETA en 50 años de terrorismo.

Este mes hemos tenido además la noticia de que Juana Rivas, cuyo caso saltó a las noticias hace tres años cuando se negó a devolver a sus hijos a su padre maltratador, condenado en 2009 por violencia de género, ha sido condenada a dos años y medio de prisión y a 6 años de pérdida de la patria potestad, mientras en Italia se investiga el maltrato del padre hacia sus hijos, en un juicio donde no se ha respetado el Convenio de Estambul y la coordinación entre la justicia española y la italiana ha sido un completo despropósito. Otro ejemplo preocupante es el de las niñas Anna y Olivia Gimmeno que han sido secuestradas por su padre y cuya situación se desconoce, después de que el padre le dijera a la madre Beatriz Z. que nunca iba a volver a ver a sus hijas. En términos positivos, este mes hemos podido ver como el hecho de que una mujer famosa haya denunciado en televisión la violencia machista que sufrió de la que fue su pareja, ha incrementado en más de un 40% las llamadas de mujeres al 016, el teléfono de atención a la violencia de género. Es evidente entonces que, aunque moleste, tenemos que seguir hablando y denunciando todas y todos, desde todos los espacios y en todos los ámbitos en los que podamos.

«Una de cada dos mujeres en España ha sufrido alguna vez violencia por ser mujer»

Importante también es recordar, mes tras mes, los datos de esta pandemia “invisible” que arroja la macroencuesta de violencia de género de 2019 en nuestro país: 1 de cada 2 mujeres residentes en España, repito, 1 de cada 2 ha sufrido alguna vez violencia por ser mujer, y una de cada 5 en los últimos 12 meses. Entonces 7 de cada 10 mujeres de entre 16 a 24 años declaró haber sufrido algún tipo de violencia por ser mujer. La violencia sexual está permanente violencia sexual son dramáticos, más de una de cada 10 mujeres reconoce haberla sufrido alguna vez en su vida. 

La violencia machista no son casos aislados, los asesinos no son locos ni enfermos, tampoco puede justificarse la violencia con la pérdida de un trabajo o el consumo de drogas o el alcohol, no es algo que trae la migración ni los extranjeros, es algo que tenemos aquí, en nuestros barrios, en nuestro municipio, y en nuestro país. 

La violencia machista es el mecanismo de control del patriarcado para evitar que las mujeres nos salgamos del redil y cuestionemos y nos opongamos a la perpetuación de los roles, valores y expectativas familiares, sociales y culturales que el patriarcado nos impone. 

La violencia machista no es una, son muchas y se expresan de múltiples formas: desde el control del móvil o de la autonomía de movimientos a la forma más extrema que son los femicidios. La violencia de género contra las mujeres va más allá de la violencia en el ámbito de la pareja o expareja, y existen otras muchas que, aunque menos visibles, son igualmente preocupantes. 

«Nos nos van a callar y seguiremos en la calle»

A pesar de todo, la buena noticia es que no nos van a callar, porque somos muchas y muchos, porque somos fuertes, porque no tenemos miedo y porque no vamos a permitir que perdamos los avances logrados en décadas de lucha feminista en las calles, en los trabajos, en la política y las familias. No nos van a callar y seguiremos en la calle, porque las calles también son nuestras, y nuestros derechos no nos los van a quitar.

Seguimos teniendo mucho trabajo por delante, pero no cejaremos, porque nos va la salud y la vida en ello.

Ni una menos: vivas y libres nos queremos

¡Ni una menos, vivas nos queremos!

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