¿Qué pasaría si unos músicos se pusieran a tocar a las 12 de la noche frente al portal de un bloque de vecinos y al día siguiente en otro inmueble y sucesivamente recorrieran los barrios? ¿Y si fuera un grupo de teatro leyendo una obra o poemas? Seguramente que alguien telefonearía a la policía para protestar por el ruido; otras personas lo dejarían pasar o les llamarían la atención desde sus casas o cerrarían las ventanas o se pondrían tapones en los oídos… Claro, es una gran falta de respeto meter ruido musical, teatral o como sea molestando a las personas y además daría muy mala imagen de los músicos y cómicos. Pues lo mismo pasa con los que hacen pintadas con firmas personales en paredes, comercios, edificios… A algunos les da igual manchar el monolito del Hermanamiento Socio-Cultural con Baunatal, que el busto de José Hierro o el de Pedro Benjumea, el frontal de cualquier parroquia, un parque infantil, un edificio recién pintado o un medio de transporte; con ello demuestran otra gran falta de educación y respeto.
La dejadez, el buenismo reinante, la excesiva permisividad, la actitud de “que lo haga otro” yo no me implico por si acaso… Son muchas las excusas. Pero lo cierto es que las pintadas van a más aunque ya se hayan ido tomando algunas medidas de limpieza que obviamente son insuficientes y, hay que recordar, también suponen un gasto en euros para la sociedad además del coste de la mala imagen cultural de un barrio, de un pueblo, de una ciudad, de una sociedad.
«¿Qué derecho tengo para imponer “mi arte” en un espacio que es común a una población, en un edificio público o privado?»
Enseguida habrá quien opine que hacer grafitis es un arte y hay que reconocer que efectivamente lo es o puede serlo, pues al ser humano le ha gustado desde la antigüedad dejar sus huellas e impresiones en paredes de cuevas, en la corteza de un árbol, en una tapia… y hay buenas muestras de ello. También ha hecho grafitis con carácter satírico o crítico de algún aspecto de la sociedad de la que forma parte o adornado un espacio. En todo caso, salvo las excepciones de solicitudes formuladas expresamente para decorar un edificio de un espacio urbano, centro educativo o deportivo, un comercio que lo ha encargado y negociado el tema y enfoque del grafiti, en general estos destacan por su ilegalidad y modalidad libre y persiste la falta de respeto social porque ¿qué derecho tengo para imponer “mi arte” en un espacio que es común a una población, en un edificio público o privado? ¿No tendré que sugerirlo, negociarlo con los conciudadanos, solicitar su beneplácito y opinión?
Ahora bien, hay que diferenciar entre el grafiti pactado y esa firma-mancha personal, pintada en cualquier parte, tal vez hecha para llamar la atención. A veces, psicológicamente, hay detrás una necesidad de reconocimiento, de valoración e identificación y la persona busca la autoestima un tanto rebelde y hedonista y si “me pillan” y sancionan… ya que no me reconocen, por lo menos que me critiquen, me regañen, me castiguen… “yo, cuento”. Ahí puede haber hasta una falta de madurez fomentada por la ya citada dejadez social. Al no tomarse suficientes medidas educativas, informativas y reparadoras, el tema continuará in crescendo.
«Excelente comportamiento de grupos de personas que se ponen los guantes, toman bolsas y recogen plásticos, mascarillas, botes, etc»
En nuestra sociedad habría que evidenciar mucho más las reacciones y hechos positivos de personas y grupos actuando para mejorar este asunto y otros similares. Por ejemplo, el excelente comportamiento de grupos de personas que se ponen los guantes, toman bolsas y recogen plásticos, mascarillas, botes, etc. en parques y espacios públicos en determinadas campañas. Recuerdo el caso de algunos alumnos de un Instituto de Sanse que dedicaron un tiempo a la limpieza de las paredes de ese centro educativo que habían manchado otros alumnos.
¿Habrá más Formación en Valores en este Curso? Es un reto para todos -los padres, Direcciones y Ampas de los Centros Escolares, las Concejalías de Educación, Infancia y Juventud, Urbanismo, Cultura, Limpieza y Patrimonio, etc.-. Ojalá que nuestros hijos y nietos tengan mejores niveles de Educación, Cultura, Respeto, Disciplina, Responsabilidad, Urbanidad y Coraje para afrontar este reto. «Cuidemos la imagen de SanSe, es nuestro primer semblante cívico».
Pedromaría Rivera