Uno nunca se para a pensar que su casa puede acabar destruida o que su vida corre peligro si sigue viviendo en ella. Esta incertidumbre sí se vive actualmente en Ucrania. De hecho, ese miedo de muchos ya se ha transformado en realidad. Es el caso de Viktor Antonyshyn y de su mujer Lidia. El matrimonio ha tenido que dejar atrás toda su vida para comenzar de nuevo en España, un país muy diferente al suyo y muy lejos de su hogar. Ambos vinieron en el autobús de refugiados que Diario de Alcobendas fletó.

Tanto Viktor como Lidia vivían en Buzova, un pequeño pueblo de casi 2.000 habitantes que se sitúa 40 kilómetros al oeste de Kiev. Cuando la invasión rusa comenzó, las zonas que más comenzaron a sufrir fueron las de los alrededores de la capital ucraniana. Las tropas rodearon Kiev con el fin de hacerse con la ciudad, aunque eso todavía no ha sucedido. Sin embargo, todo lo que hay en su entorno ha quedado o está quedando devastado. El ejemplo se ve en el municipio del matrimonio.

Durante el trayecto del autobús de regreso a España, algunos de los refugiados no podían dejar de ver noticias de la guerra en su móvil; otros, hacían todo lo contrario y preferían no pensar. Uno de esos pasajeros que normalmente se encontraba con el móvil en la mano viendo imágenes y vídeos era Viktor. Cuando uno se fijaba en él, pensaba «estará viendo cómo avanza la guerra y esperando buenas noticias», pero no era así. Cuando hablamos con él, nos enseñó lo que realmente veía en su móvil: era su hogar o, al menos, lo que quedaba de él.

«El primer proyectil ruso voló hacia la pared del dormitorio de nuestro vecino», explicó Viktor mientras enseñaba la imagen de cómo había quedado el bloque de viviendas tras esa primera bomba. Después de este primer hecho, el ejército ruso comenzó a lanzar una lluvia de misiles sobre su pueblo, Buzova. Esto no solo terminó de destrozar su casa, también acabó con otros bloques de viviendas, incluso con el propio colegio de la zona. Es por ello que Viktor y Lidia decidieron huir rápidamente con lo puesto.

Bloque de viviendas en el que vivían Viktor y Lidia tras las bombas

Cuatro mochilas y dos bolsas con lo que consideraron más importante es lo que llevaron hacia Polonia. Tras cruzar la frontera, decidieron trasladarse a España en nuestro autobús. En él, Viktor no podía parar de ver fotos y vídeos de su casa derruida, quizás por lo difícil que es asimilar el hecho de haber pedido tu hogar para siempre por culpa de las bombas.

El matrimonio tiene una hija y un hijo ya adultos. Su hija pudo salir del país con sus tres hijos y se encuentra a salvo en República Checa. Su hijo, sin embargo, ha tenido que quedarse en Ucrania para luchar contra los rusos. Antes de la guerra era masajista y, de un día para otro, acabó en la Guardia Nacional de Chernihiv. Actualmente, está luchando en el frente del noreste de Ucrania.

Viktor y Lidia no siempre están en comunicación con su hijo debido a las dificultades que se están produciendo para conseguirlo. Hace dos días recibieron un mensaje de él que les hacía saber que estaba bien y que seguía vivo: «Estoy vuvo y mantengo la defensa».

Al margen de haberse quedado sin hogar, sin pueblo y de tener a su hijo luchando, Viktor y Lidia quieren rehacer su vida de la mejor manera posible. El matrimonio está viviendo con unos amigos en la localidad de Humanes de Madrid. Él ya está buscando trabajo para poder independizarse, ya que no pueden estar mucho tiempo junto a sus amigos.

Ya ha preparado su currículum en español. Viktor tiene una ligera discapacidad física (cojera), pero tiene un gran dominio de la informática. Estudió geología y tiene varias especialidades con la cartografía. También trabaja profesionalmente con gráficos rasterizados y vectoriales. Sus ganas de trabajar son tales que, desde el primer día que pisó España, comenzó a estudiar español. Hasta la fecha, trabajaba en el Instituto de Investigación de la Industria del Petróleo y el Gas en Kiev.

Esta historia es una más que la guerra está dejando. «Hoy dormimos plácidamente y no nos estremecimos con cada sonido, ¡gracias de nuevo a la gente de España!». Esta frase es la primera que Viktor escribió tras la primera noche aquí. Es el reflejo de lo que cada ucraniano siente en estos momentos. Sin embargo, la esperanza y el orgullo perdurará en ellos pase lo que pase, porque como el hijo del matrimonio transmite: «Estoy vivo y mantengo la defensa».

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